A medida que la revolución digital se acelera a un ritmo sin precedentes. La globalización sigue avanzando en su proceso dinámico e irreversible, donde la convergencia de factores asimétricos en lo económico, político, social, cultural, tecnológico y medioambiental entre países, han hecho posible que las bondades de la globalización impulsen el desarrollo de sociedades más modernas, lo cual, ha contribuido en gran medida a mejorar la vida de los ciudadanos.
Sin embargo, esta interconexión global también ha traído grandes desventajas, donde una gran parte de la ciudadanía percibe que su calidad de vida ha empeorado notablemente, debido a la desigualdad en la distribución de los ingresos económicos, el aumento del trabajo precario, el intervencionismo extranjero, la notable pérdida de empleos, así como, la llegada de flujos migratorios descontrolados (Yascha Mounk, 2022; Erhardt, Wamsler y Freitag, 2021; Eatwell y Goodwin, 2018). Todo estos factores, han contribuido al auge de los partidos de extrema derecha radical populista en las democracias liberales (Mudde, 2007) que han transformando la convivencia social.
Lo anterior, que en si mismo es grave, ha hecho que la actividad política se convierta en un lodazal de crispación y descalificaciones permanente, donde los partidos de extrema derecha, no han dudado, en utilizar el populismo, la polarización y la desinformación para lograr liderar la pugna mediática (Yascha Mounk, 2022; Eatwell y Goodwin, 2018; Mudde, 2007).
En base a lo anterior, se procede a describir de manera genérica estos factores básicos de inestabilidad social (populismo, polarización, desinformación e inteligencia artificial), que están contribuyendo a cambiar el comportamiento electoral de la ciudadanía, y al mismo tiempo, buscan enfrentar y confundir a la opinión pública para crecer electoralmente.
POPULISMO
El populismo siempre ha estado junto a nosotros y lo hemos visto utilizar en mayor o menor intensidad por todos los partidos políticos, en los contextos más imaginables a nivel global. De hecho, una parte de la ciudadanía, suele creer que el populismo es una ideología, pero no lo es (Mudde, 2007). Simplemente, es un postureo político que utiliza diversas estrategias y tácticas para conseguir el apoyo de un segmento de la sociedad.
Básicamente, los lideres populistas suelen proporcionar soluciones fáciles a problemas complejos para capitalizar mejor el hartazgo social. Para ello, construyen una estrategia de comunicación eficaz, donde no dudan, en recurrir a la demagogia emocional para crear mensajes que hacen aflorar prejuicios, estereotipos, miedos, incertidumbres, valores tradicionales o esperanza, con el objetivo de captar el interés y el apoyo de la opinión pública (Yascha Mounk, 2022; Mudde, 2007).
En este sentido, algunos autores sostienen que el auge de los partidos de extrema derecha radical populista, se debe en gran medida por las desventajas que ha traído el proceso de globalización (Yascha Mounk, 2022; Eatwell y Goodwin, 2018; Mudde, 2007). No obstante, la extrema derecha ha identificado claramente un enemigo interno/externo que tiene la culpa de todos los males que perjudica a los ciudadanos de bien (Mudde, 2007). Sin duda, este fenómeno populista es el mayor desafío real al que se enfrentan las democracias liberales en el mundo.
POLARIZACION
En los últimos años, la polarización se ha consolidado cómo la estrategia más eficaz que utilizan las organizaciones políticas para dividir, crispar y liderar la pugna mediática (Van Spanje, 2010). Hoy por hoy, la actividad política se caracteriza porque el diseño del relato posea grandes dosis de emocionalidad a la hora de propagar ideas, valores o temas que buscan crear controversias ficticias para enfrentar a la sociedad.
Lo anterior, ha sido aprovechado por la extrema derecha para crear estrategias innovadoras que capten el votos o para liderar la pugna mediática, pero lo que ocurre en lo digital siempre cobra vida en el mundo real. De hecho, la sociedad es bombardeada cada segundo por diversas fuentes de información que buscan captar nuestra atención, a través de las noticias clasificadas como virales o tendencias, que abruman con titulares de hechos relevantes que no lo son, y que en muchas ocasiones terminan influyendo en el comportamiento de la ciudadanía.
En este sentido, los partidos políticos tienen un activo estratégico muy importante, los medios de comunicación, que en función de sus intereses, suelen promover un día sí y otro también la pugna mediática. Con esto, buscan influir en la opinión pública para que se posicionen en determinados bloques ideológicos, es decir, divide y vencerás. De alguna manera, nos hemos acostumbrado a sobrevivir, que ya es mucho, en estos tiempos de populismo, polarización y desinformación. Cuando la polarización gana en intensidad, el país comienza a evidenciar fracturas sociales que pueden perdurar por un largo tiempo en la sociedad (Van Spanje, 2010; Mudde, 2007).
DESINFORMACION
La hiperconexión ha moldeado de manera significativa nuestro comportamiento y la manera en que consumimos la información. Somos una sociedad ingenua y enganchada a la pantalla del móvil, que nos cuesta diferenciar lo urgente de lo importante. Especialmente, cuando los partidos políticos deciden bajar al lodazal para liderar la pugna mediática. Esta situación, se ha convertido en un grave problema para una gran parte de la ciudadanía, que con tanto ruido mediático se han vuelto más ingenuas y vulnerables, provocando serias dificultades para distinguir la verdad de la mentira (Yascha Mounk, 2022; Serrano, 2020).
Según, Serrano (2020) la desinformación no es algo nuevo ya que siempre nos ha acompañado en nuestra vida. Simplemente, los algoritmos de las redes sociales y la mensajería instantánea, nos alimentan cada día con temas que nos gustan, indignan o sorprenden, lo cual, ha provocado que se consolide un gran déficit de análisis crítico en la sociedad. Esto ha permitido, que los bulos y memes políticos hayan logrado mayor notoriedad e impacto en la sociedad, porque han evolucionado las tecnologías, las herramientas y los medios que nos han facilitado acceder a la información (Yascha Mounk, 2022; Serrano, 2020).
Por consiguiente, podemos decir que la realidad no es la que es, la realidad es la que se percibe. Básicamente, porque algunos actores de la nueva política en su afán de crecer electoralmente, no han dudado, en diseñar campañas de desinformación para menoscabar la credibilidad y reputación de los adversarios políticos e instituciones del Estado. Todo ello, con tal de alcanzar el poder a sabiendas que muchas de sus acciones comunicativas están al borde de la legalidad, lo cual, ha generado suspicacia, preocupación, miedo e incertidumbre en una gran parte de la ciudadanía.
INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Cuando la sociedad se había acostumbrado a convivir con el populismo, la polarización y la desinformación. Llega lo más desconcertante a nuestras vidas, la inteligencia artificial (IA). Los expertos que están a favor de esta tecnología, siempre hablan de las bondades, donde es inimaginable visionar todas las implicaciones positivas que puede tener esta tecnología de manera directa en nuestra vida. Según, Rouhiainen (2021) las oportunidades competitivas que puede generar la IA a nivel país tendrán un gran impacto en el ámbito económico, político y militar. De hecho, sostiene que hemos entrado de manera silenciosa a un nuevo escenario de transformación digital, que cambiara notablemente la estrategia geopolítica, las relaciones internacionales, así como, el mercado laboral en todos los países a nivel global.
No obstante, la cara menos amable también asusta, y nada más llegar, ha empezado a sembrar incertidumbre, miedo y preocupación en una gran parte de la sociedad. De hecho, muchos expertos y divulgadores científicos también nos están advirtiendo que esta nueva ola digital, tiene un lado oscuro que pone en peligro diversas profesiones que se quedan sin futuro porque desaparecerán, además pone en jaque, la privacidad, la discriminación, la desinformación o la creación de bulos que son indistinguibles de la realidad.
Por consiguiente, Rouhiainen (2021) sostiene que la inteligencia artificial ha llegado para quedarse, y es el momento idóneo para que los países debatan, reflexionen y legislen sobre esta materia para que la IA no se lleve por delante millones de empleos que en la actualidad son importantes. Ante este panorama, el presente y futuro seguirá marcado por la incertidumbre y las reivindicaciones de la clase trabajadora. Por lo tanto, nos aproximamos a contextos convulsos, que evidenciaran fracturas sociales que impactaran de manera directa en el bienestar humano y, sobre todo, en la calidad democrática en aquellos países de democracias liberales.
A modo de resumen y hablando claro, podemos decir que el contexto actual es honestamente preocupante, debido a que la pérdida de poder adquisitivo, la destrucción de empleos por la transformación tecnológica, la falta de expectativas de futuro y la sensación de soledad por la hiperconexión digital son factores que se pueden convertir en alimento para el auge del populismo, la polarización y, sobre todo, para el consumo de desinformación. Todo esto, hace que la brecha de desconfianza y desapego entre la política y la ciudadanía siga creciendo.
Llegado a este punto, y preguntándonos ¿cómo mejoramos lo presente?, la respuesta es que la solución no es sencilla, pero una vez detectado el problema, se deben crear iniciativas políticas, institucionales y sociales para debatir sobre como frenar el ruido mediático para que estos factores de inestabilidad social, no se conviertan en una amenaza real para la convivencia democrática. Así mismo, es importante que los países diseñen una regulación jurídica para garantizar la transparencia y la funcionalidad de los algoritmos de las redes sociales, así como, de la inteligencia artificial, ya que son ellos, lo que más ruido e incertidumbre generan en la sociedad global.
Quizás lo más desconcertante de todo, es que estos factores silenciosos, llevan años contribuyendo a modificar nuestro comportamiento a la hora de entender y comprender la realidad de nuestro entorno. Hoy en día, los algoritmos de las redes sociales y la mensajería instantánea, se han convertido en los mejores prescriptores para saber cuál es la posición ideológica que más nos gusta e interesa para regalarnos bulos y convertir a los políticos en objeto de risa, burla o humillación de manera intencionada.
Con este panorama en el horizonte, todas las personas debemos esforzarnos en aprender a distinguir desde una perspectiva critica la verdad de la mentira, es la mejor estrategia que tenemos para recuperar la capacidad de análisis y comprobar si los hechos relevantes que nos ofrecen cada día los medios digitales y tradicionales son ciertos o no. De lo contrario, nos encaminamos a ser un eslabón más del algoritmo de las redes sociales, ayudando a impulsar más individualismo, más soledad, más incertidumbre, más intolerancia, más populismo, más polarización y más desinformación.
Referencias:
- Eatwell, R. & Goodwin, M. (2018). National Populism: The Revolt Against Liberal Democracy. London: Pelican.
- Erhardt, J., Wamsler, S., y Freitag, M. (2021). “National identity between democracy and autocracy: a comparative analysis of 24 countries”. European Political Science Review, 13, 59-76.
- Mudde, C. (2007). Populist Radical Right Parties in Europe. Cambridge: Cambridge University Press.
- Rouhiainen, L. (2021). Inteligencia artificial para los negocios. España. Editorial Anaya Multimedia.
- Serrano, P. (2020). Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo. Editorial: Ediciones Península.
- Van Spanje, J. (2010). Contagious Parties: Anti-Immigration Parties and Their Impact on Other Parties’ Immigration Stances in Contemporary Western Europe. Party Politics, 16. 563-586. DOI: 10.1177/1354068809346002.
- Yascha Mounk (2022). The Great Experiment: Why Diverse Democracies Fall Apart and How They Can Endure. Penguin Press.