El saber escuchar con empatía es una habilidad que debería ser requisito indispensable para los candidatos políticos que se presentan para liderar un país, una región o un municipio, ya que la mayoría de las personas que se dedican a la actividad política no escuchan para comprender, sino simplemente para responder a todo en modo automático.
Sin embargo, en política todo cambia en horas, días y semanas, donde puede pasar de todo, especialmente en periodos electorales. De hecho, a muchas organizaciones políticas que suelen competir en estos eventos democráticos, perciben el tiempo de la campaña electoral como una eternidad. Mientras que para otros, el camino electoral hacia las urnas se les hace muy corto. Pero en ambos casos, la prudencia es clave para obtener el rédito político deseado, y la mejor estrategia, pasa por no cometer errores que puedan ser utilizados por los demás adversarios políticos.
En este sentido, los procesos electorales son el escenario idóneo para que las distintas fuerzas políticas puedan exponer a la sociedad su línea programática de cómo le gustaría gestionar el país, la región o el municipio, en función de sus propios intereses y en base a su creencia ideológica. Es por ello, que tanto la pre campaña como la campaña política, es la mejor oportunidad que tienen los partidos y sus respectivos candidato/as para ganarse la confianza y el respaldo del electorado cuando son llamados a las urnas.
Como viene siendo tradición, la precampaña electoral sirve para ir engrasando la maquinaria, y esto se comienza a percibir, cuando los lideres políticos suben el tono de los discursos para lanzar promesas electorales que buscan sobre todo la movilización de su propio electorado. Así mismo, la precampaña es el pistoletazo de salida para evidenciar las polémicas que afectan directamente a los competidores más directos, con el objetivo de generar crispación, temor o incertidumbre en la opinión pública. De hecho, cuando aparece algún escándalo que afecta a una marca política, los demás partidos aprovechan la oportunidad para alzar la voz con el propósito de marcar perfil institucional, y de paso, medir la capacidad de reacción de los demás adversaros políticos.
Mientras que, en la campaña electoral el discurso político sube de intensidad a medida que se acerca el día de la votación. De ahí que, el objetivo central de los lideres sea pedir el voto directamente a sus votantes y simpatizantes, para lo cual, se intensifican los actos, mítines y entrevistas en los medios. Esto que parece fácil no lo es, debido a que muchos candidato/as tienen carencias para motivar, persuadir y movilizar a su propia masa votante para que se levanten del sofá y vayan a votar el día señalado. Por esta razón, la táctica política de cualquier candidato/a es diseñar mensajes con carga emotiva que busquen conectar e influir tanto en su electorado como en el resto de la ciudadanía.
Actualmente, el lenguaje de comunicar en política ha cambiado drásticamente en el último tiempo, siendo más notorio en periodo de campaña electoral, lo cual, a impulsado que la política espectáculo y la pugna mediática, termine acaparando la atención de una sociedad perpleja que se pregunta cada día ¿por qué los políticos son tan buenos hablando y tan malos escuchando? Evidenciando que la desconexión política con la ciudadanía es cada vez más grande. Sin duda, el aumento de la desafección política y cómo combatirla, es algo que le debería quitar el sueño a muchos partidos, especialmente cuando se encuentran en modo campaña electoral.
Más allá de eso, los partidos políticos a nivel orgánico han de escuchar con empatía a la sociedad, además, de observar muy atentamente la demoscopia, porque las tendencias que suelen marcar las encuestas, por lo general son muy complejas de cambiar por parte de los candidato/as durante el periodo de campaña electoral. Dicho de otra manera, debe ocurrir algo extraordinario para que haya un cambio radical de dichas tendencias que influyan en la decisión de voto de la ciudadanía y termine por modificar el panorama político. Es por ello, que la investigación cuantitativa y cualitativa, es un elemento estratégico imprescindible para diseñar una campaña electoral. Estas técnicas, facilitan a los partidos, lideres y candidato/as la interpretación del presente, para luego fijar acciones políticas que tengan como propósito modificar la intención de voto de los ciudadanos en un contexto determinado.
A modo de conclusión, podemos decir que antes de que comience la pre campaña electoral, todos los partidos políticos han de trabajar con un equipo multidisciplinar para diseñar un documento que contenga los ejes estratégicos que darán forma a los objetivos y al programa electoral que busca ofrecer soluciones eficaces a los problemas que demanda los ciudadanos. Los partidos políticos saben muy bien que nada se deja al azar, ya que el tiempo pasa muy rápido, donde todos ellos, son conscientes que la oferta electoral para ganar y retener adeptos es muy variada, creativa y potente.
Por todo ello, los partidos políticos deben diseñar un mensaje creíble, dinámico y convincente que contengan dos ingredientes emocionales básicos: el miedo y el entusiasmo, lo cual, se traduce en campaña electoral como continuidad o cambio. El éxito a la hora de activar estos estímulos emocionales penderá de la habilidad oratoria que tengan los candidatos, y sobre todo, de cómo sepan aprovechar las circunstancias del contexto político, económico, social y medioambiental. En este sentido, la actitud que tengan los partidos, sus lideres y sus candidato/as, para escuchar con empatía a la opinión pública, será un factor clave a la hora de construir la estrategia de campaña, ya que les ayudara a interpretar mejor lo que quiere y demanda la ciudadanía.
Llegado a este punto, es bueno recordar que en campaña electoral, hay que saber distinguir lo urgente de lo importante, ya que una cosa es la lógica que siguen los lideres políticos a nivel nacional; y otra distinta, es el enfoque que tenga cada candidato/a respecto de la realidad social que vive su región o municipio. En consecuencia, es muy importante que los partidos aprendan a gestionar con mesura sus propias expectativas, ya que deben calcular su estrategia respecto a cómo obtener rédito electoral y cómo minimizar el daño que le pueda infligir los adversarios políticos en campaña electoral. Por lo tanto, el tono y las formas que utilicen los candidatos políticos es muy importante para captar el interés de la ciudadanía, pues será el mejor escaparate para contrastar los diversos modelos de sociedad que nos ofrecen los diversos actores.
Con este panorama en el horizonte, los partidos políticos están obligados a adaptarse a una sociedad que está en constante evolución, y quizás los electorados que creían representar hace un tiempo no muy lejano, resulta que ya no son los mismos, motivados quizás por las discrepancias que puedan surgir dentro del partido a la hora de marcar perfil institucional sobre algunos temas relevantes, quizás porque los votantes y simpatizantes han cambiado de pensamiento porque otro candidato ha sabido empatizar mejor con sus problemas o simplemente porque existen figuras políticas que en vez de sumar, restan desde el punto de vista electoral.
No obstante, con independencia de las características y singularidades de cada partido político, lo que si está claro, es que todos ellos, buscan ganar el frame competitivo para posicionar sus temas relevantes que les permitan marcar la agenda informativa y liderar la pugna mediática, con el propósito de captar el interés de la opinión pública con sus mensajes y propuestas electorales. Finalmente, es importante señalar que las campañas electorales son espacios de oportunidad que tienen los partidos políticos y sus candidatos para volver a convencer a las personas que han aprendido a escuchar las opiniones, quejas y críticas de una gran parte de la sociedad que les perciben cada vez más distanciados de la realidad social.
