Los medios de comunicación y la política

21 de enero de 2023by ES_

El vértigo cotidiano que vivimos cada día en la sociedad moderna, deja entre dicho, la pluralidad e independencia informativa de los medios de comunicación, tanto tradicionales como digitales, lo cual, pone en riesgo su transparencia y su veracidad. Tanto es así, que las injerencias del poder político, económico y social en las empresas de medios, han contribuido al descrédito profesional de muchos periodistas.

En este sentido, los medios a nivel global han sido durante décadas el escaparate idóneo para retratar los graves problemas que aquejan a la sociedad, en cuanto al hambre, la pobreza, el racismo, la violencia de género, la emergencia climática y los problemas geopolíticos. La labor de los medios es crucial para que estemos informados y saber que sucede en diferentes partes del mundo. Por lo tanto, su poder narrativo y su capacidad de adaptación al contexto, les permite a los medios llegar a toda la ciudadanía e influir en ella.

Actualmente, los medios cumplen un rol importante en la sociedad porque son el altavoz que permite dar visibilidad a las problemáticas sociales complejas, supervisan cada día el comportamiento de la elite política y económica, y a su vez, constatan el buen o mal funcionamiento de las instituciones del Estado en tiempo real, contribuyendo a cuidar y mejorar la convivencia democracia a nivel nacional e internacional.

Sin embargo, también es verdad que una gran parte de la sociedad percibe a los medios de comunicación como expertos manipuladores de la realidad, poniendo en evidencia su falta de pluralismo, independencia y objetividad en la narración de los hechos noticiosos especialmente del ámbito político y económico. No son, por tanto, rigurosos a la hora de contar la verdad de los sucesos, ya que prevalece el intereses económico por sobre la información veraz.

Quizás porque los medios, han diseñado un modelo de negocio que suele estar supeditado por factores económicos, políticos y sociales, lo cual, dificulta su pensamiento critico y asertividad a la hora de tratar noticias que atañen al ámbito político, empresarial e institucional. De ahí que, el sesgo informativo sea claro y notorio, tanto en los medios de comunicación tradicionales como digitales, que se caracterizan por contar la realidad informativa de manera distorsionada y fragmentada, especialmente cuando el hecho noticioso afectan a determinadas fuerzas políticas y poderes económicos.

Por consiguiente, podemos decir que la realidad no es la que es, la realidad es la que se percibe. Básicamente, porque el mero hecho de que exista una estrategia de interés entre los medios, las organizaciones políticas y los grupos económicos, ha generado suspicacia en una gran parte de la ciudadanía, que identifica a los medios según su posicionamiento ideológico, tanto si son de derechas como de izquierdas, sin contrastar que esa afirmación la haya hecho publica el propio grupo de comunicación.

Esa percepción directa de la ciudadanía, quizás viene dada a menudo por la línea editorial permanente que utilizan los medios, la cual. nos enseñan una parte de la realidad que ellos creen relevante en función de sus intereses, especialmente en épocas de procesos electorales. Pero más allá, también es verdad que los seres humanos desde siempre hemos sido manipulados por los medios para comportarnos o pensar de una determinada manera.

Con este panorama en el horizonte, es evidente que las palabras y la narrativa de los hechos tienen un poder increíble a la hora de alterar la percepción de la gente sobre una realidad. Quizás esto explicaría de alguna manera también, la reticencia de la ciudanía para confesar la gran influencia que ejercen en nuestras decisiones los medios de comunicación.

Todo ello, cobra mayor impacto cuando los ciudadanos somos llamados a participar de los procesos electorales, ya que es ahí precisamente, cuando nos damos cuenta que los medios, dejan de lado su función de contrapeso del poder, para cumplir rigurosamente el rol de aparato propagandístico, transformándose de esta manera en un aliado estratégico, para las organizaciones políticas y movimientos sociales.

En base a los anterior, podemos identificar que los medios cumplen una doble labor, por un lado proporcionan la información a los ciudadanos cada vez que hay un proceso electoral, y por otro, son un canal de comunicación muy importante para aquellas marcas que compiten por captar el interés de lo votantes en una campaña electoral.

En la actualidad, la proliferación de medios se debe exclusivamente a un oportunismo de negocio, más que a la búsqueda de pluralismo, independencia, rigurosidad y objetividad informativa. Esta situación hace que la relación entre los medios y una gran parte de la ciudadanía sea de desconfianza. Básicamente, porque muchos medios han decidido apostar por la exageración, los prejuicios, las mentiras, los bulos y la desinformación en vez de ofrecer información relevante y de calidad.

De hecho, diversos medios se han especializado en ser el altavoz de los mensajes y discursos dominantes, marcados por quienes tienen más poder, cuyo propósito es influir en la ciudadanía para que adopten ciertos valores ideológicos que pueden ser perfectamente observables en cualquier sociedad, tanto en la utilización del lenguaje como en la forma de comportarse en un contexto determinado.

Llegado a este punto, podemos expresar que la cultura del miedo ha sido una gran estrategia de negocio para el ecosistema de los medios de comunicación, que a través del tratamiento de la información, buscan influir para controlar la opinión pública o promover una determinada agenda política, que tiene como propósito que nos decantemos por el candidato o marca política que más nos gusta, o para reforzar nuestra inquina hacia el candidato o sigla política que más detestamos, lo cual, termina generando fractura social.

En este sentido, el bombardeo constante de los medios con información sesgada, que también nos llegan a través de las redes sociales, y los whatsapps de familiares y amistades, han contribuido a que la desinformación y los bulos circulen en bucle. Cuyo poder de influencia ha modificado nuestra percepción de cómo percibimos la realidad política, y cómo tomamos nuestras decisiones antes de participar en un proceso electoral.

Para concluir, se hace imprescindible reflexionar y coeducarnos para consolidar una sociedad más informada y más instruida, ya que la politización de los medios hoy en día es más visible que nunca. Debido precisamente, a que los medios han convertido la información política en un producto, donde deciden qué organizaciones política y económicas tienen preferencia y quienes no, para hacer llegar su mensaje a los ciudadanos.

Lo anterior, ha permitido segmentar a la opinión pública en dos bandos, mis amigos contra mis enemigos, lo cual, termina menoscabando la convivencia democrática, y creando un ambiente social toxico que genera polarización e incertidumbre entre la ciudadanía. Quizás una forma de proporcionar cierta certidumbre y transparencia de opinión, es que tanto los medios, los periodistas y tertulianos, puedan hacer público cuál es su tendencia política y cuáles son los valores que defienden. De esta manera, la ciudadanía podría decidir libre y democráticamente a quien desea leer, escuchar o ver para informarse. De lo contrario, las mentiras, los bulos y la desinformación seguirán haciendo peligrar la democracia y las instituciones.

Referencias:

  • Castells, M. (2009). Comunicación y poder. Alianza Editorial. Madrid. España.
  • Herrero, J. C. (2009). Manual de Teoría de la Información y de la Comunicación. Editorial: Universitas.
  • Lakoff, G. (2008). The Political Mind: Why You Can’t Understand 21st­Century American Politics with an 18th­Century Brain. New York, Penguin Group.
  • Maarek, P. J. (2012). Marketing Político y comunicación. Paidós, Barcelona.
  • Orriols, L. (2023). Democracia de trincheras. Editorial: Ediciones península.

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