A lo largo de nuestra vida, a nivel individual y colectivo tomamos decisiones que nos llevan por caminos muy diversos. Tras estas decisiones que no siempre son fáciles de adoptar y gestionar, aparece el miedo al cambio porque casi siempre implica alguna perdida. De hecho, no existe una estrategia política para combatir el miedo, ni tampoco para frenar los cambios imparables que demanda las sociedades de las democracias liberales.
En Chile, Brasil, México, Argentina, Colombia, Perú, El Salvador, Costa Rica, el fenómeno de la extrema derecha radical populista (Mudde, 2007) al igual que en Europa Occidental, ha llegado para quedarse una buena temporada. Estas formaciones políticas se nutren de las contradicciones de la sociedad actual, ya que su estrategia es defender un modelo de sociedad más conservador, tradicional e identitario, que ven como una gran amenaza las dinámicas del cambio social, y para demostrar todos esos males utilizan mensajes simples, tópicos y leyendas urbanas que son la receta perfecta para crear polarización en la opinión pública, lo cual, se está convirtiendo en un serio problema para la convivencia democrática en diversos países de Latinoamérica.
Y su crecimiento, es una tendencia hacia una política más conservadora que cada vez aglutina a más simpatizantes, cuya influencia a través de sus lideres carismáticos ha logrado una gran notoriedad mediática, gracias a los medios de comunicación y las redes sociales, que han facilitado de forma voluntaria la expansión del discurso autoritario y populista. Para tal efecto, la extrema derecha radical populista no duda en sesgar la información y los datos para evidenciar la mala gestión frente a la crisis económica internacional, el desempleo, la corrupción política e institucional, así como, el malestar ante los flujos migratorios, y las críticas constantes a los movimientos feministas y las políticas LGTBI (Rama et al., 2020; Van Spanje, 2010; Mudde, 2007), es decir, se nutre del descontentos y hartazgo social que percibe la ciudadanía ante los problemas que le preocupan.
Ante este panorama, existe una gran parte de la sociedad a nivel global que piensa que los partidos tradicionales hegemónicos ya no les representa (Erhardt, Wamsler y Freitag, 2021). Y es ahí, donde la extrema derecha con un discurso emocional, promueve de manera compulsiva el conservadurismo patriótico para captar seguidores y simpatizantes, prometiendo soluciones simples o radicales a problemas estructurales muy complejos. Sin embargo, es preciso señalar que el populismo es un concepto transversal que ha formado parte del paisaje político latinoamericano desde hace muchas décadas, que ha servido para evidenciar los traumas sociales que todavía siguen vigentes en la región.
La extrema derecha radical populista (Mudde, 2007), ha sido muy hábil a la hora de explotar la ansiedad y el miedo que siente las personas por la inmigración, por la pérdida de su identidad nacional, así como, la frustración por las malas expectativas de futuro; y estos argumentos muy simples han calado en el imaginario colectivo, que han permitido evidenciar una tendencia global inequívoca, que debe llevar a los partidos tradicionales a una reflexión y autocritica constructiva profunda sobre que están haciendo mal, para que ciento de miles de personas entreguen su voto a las formaciones de extrema derecha.
Por consiguiente, los partidos hegemónicos están obligados a reciclarse para recuperar la confianza del electorado que le ha dejado de votar porque los retos que demanda las sociedades actualmente son enormes. Mientras esto no ocurra, los partidos de la extrema derecha radical populista (2007) seguirán aprovechando la fragmentación política, para vestirse de lideres del descontento y el hartazgo social ciudadano; y al mismo tiempo, seguirán con su estrategia de polarización para captar votos que le legitimen en las instituciones poniendo en jaque a la democracia en los diversos países de Latinoamérica.
Y con este panorama en el horizonte, millones de hombres y mujeres de Latinoamérica seguirán esperando en acceder a una sanidad pública de calidad, a una educación gratuita, a un trabajo digno, a una vivienda digna, a una pensión digna, en definitiva, a una mejora de su calidad de vida; y para ello, hace falta reflexionar para hacer una autocrítica constructiva, tanto a nivel individual, así como en el ámbito de los partidos políticos e instituciones del estado para que negocien y se lleguen acuerdos de amplios consensos que faciliten tomar decisiones que impulsen las transformaciones que demanda la sociedad.
Referencias:
- Erhardt, J., Wamsler, S., y Freitag, M. (2021). “National identity between democracy and autocracy: a comparative analysis of 24 countries”. European Political Science Review, 13, 59-76.
- Mudde, C. (2007). Populist Radical Right Parties in Europe. Cambridge: Cambridge University Press .
- Rama, J. y Casal Bértoa, F. (2019). Are Anti-Political-Establishment Parties a Peril for European Democracy? A Longitudinal Study from 1950 till 2017. Journal of Representative Democracy, 56 (3) 387-410.
- Van Spanje, J. (2010). Contagious Parties: Anti-Immigration Parties and Their Impact on Other Parties’ Immigration Stances in Contemporary Western Europe. Party Politics, 16. 563-586. DOI: 10.1177/1354068809346002.
